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Nueve meses (ocho, porque antes del dia de las Dos Rayitas, no lo sabes) dan para mucho, también para lo menos bueno. Es inevitable que en cualquier vida haya importantes putas-que-confesar en tanto tiempo. Dicho de otra manera, que tambien pasan cosas chungas y momentos malos... pero ahi es donde empiezas a darte cuenta (o al menos es donde yo empiezo a darme cuenta) de que nunca mas serás tu, de que tu, muy probablemente no vuelvas a ser lo que has sido durante toooooda tu vida: tu prioridad número uno. 650 g. de lo que es /va a ser / está siendo ya un nuevo ser humano te envían con una levísima patadita y sin -que sepamos- despeinarse a la posición número dos. Pam.

Y te das cuenta porque estás llorando y no piensas en que estás llorando y que qué puta es la vida porque patatín y patatón, no, estás llorando y piensas que al Melón le están llegando vía cordón o vía chakras, lo mismo me da, cosas mu malas, neurotransmisores chungos o vibraciones oscurillas que harán el él un bebé llorón y nervioso, y que se le va a quedar la idea de que estar aqui fuera es un valle de lágrimas. Y ahí lo tienes, de repente alguien te importa mas que tu. No como en las canciones de amor de los 40 principales o en los libros de la sección de autoayuda del Cortinglés. No, de verdad, verdad, alguien te importa mas que tu. Supongo que los que ya sois padres y madres esto ya lo teneis mas claro que la sopa de un asilo, pero comprendedme, yo estoy en rodaje, qué rodaje, estoy aun con la teórica... sigue siendo verdad eso de que de lo malo es de lo que mas se aprende. Pues yo de mi mal momento he aprendido eso. Llámalo amor o llámalo armas biológicas del Melón para asegurarse la supervivencia.... esto se dispara. Mi primera posición ha durado una vida entera... pero seguro que desde la segunda las cosas tampoco no están nada mal