jueves, 15 de agosto de 2013

Pedazos de huesos. Parte I. Susana y el delfín que estaba lleno de bolas de aceite para baño.

Había sido mi cumpleaños o qué se yo. Susana (es su nombre real, si, a ver si hay wevos de reconocerla) me regaló un pequeño delfín de plástico con forma mas o menos de jabonera, con bolitas de aceite de esas que nada mas ducharte se echan en la piel.
Al cabo de un tiempo (¿un mes, dos?) vino a mi casa y al entrar al baño, se sorprendió al ver allí al delfín que no se le había movido un pelo, y con la rapidez mental que la caracteriza(ba) y ceja en alto, me pregunto "¿Qué, es que no te has duchado desde que te lo regalé?"
Ella, maestra mía en tantas cosas, era mas rápida que yo y alguna parte bobalicona de mi cerebro empezó incluso a querer contestar... Si, claro, lo que pasa es que.... bababababababa ....... ¿¿¿??? Su ceja permanecía en alto mientras mis palabras perdían volumen y sentido. Lo que pasaba era que para mi lo normal era no usarlo, ni siquiera tocarlo, era dejarlo allí de adorno (cuánto me pica esta expresión) Finalmente su ceja descendió y -aparentemente- ahí quedó la cosa.
Por grandísima suerte para mi, Susana supo imprimirle a la anécdota el punto justo y necesario de burla, de crueldad incluso, para que a mi nunca se me olvidara aquello.
Ahora, tantos años después, cuando alguien me regala un delfín lleno de bolas de aceite para baño, lo desenvuelvo, le quito lazos, papeles y chorradas, y ese primer día uso la primera bola de aceite, y si es la del olor que mas me gusta, mejor. Y al segundo día la segunda, y al tercero la tercera. Y si a alguien le gusta, le regalo dos o tres. Y se que después vendrá otro delfín, o una tortuga, o una ballena. Lo normal ahora es usar, tocar y vivir y no limitarse a contemplar y de alguna manera a temer. Recuerdo a Susana con tanto agradecimiento que la abrazaría. Me regaló muchísimas cosas mas que en su momento no pude aceptar, pero conservo y saco a flote. Y este es uno de los muchísimos huesitos con que voy recomponiendo mi propio esqueleto.

4 comentarios:

  1. Que bueno, me has recordado a mi abuela, con la que viví muchos años.
    Esas cosas se guardaban en las estanterías del bañó para mirar, y acababan sucietas y llenas de polvo, habían perdido su olor y esas cosas. Era así. Bueno, lo sigue siendo.
    Yo despues de haberlo visto, lo uso todo. Ya me regalarán más. Además, si lo regalan, es para que lo disfrutes. No?

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  2. y casi un año he vuelto este post, no sé porque pero sigue tocandome la fibra... será que tengo unos cuantos delfines a la espera de ser usados...
    un abrazo!
    Ika
    pdta: me encanta seguir leyendo noticias tuyas :-)

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