jueves, 12 de abril de 2012

Convaleciente

Desde que Pablo nació, pienso a veces en mi propia infancia, casi siempre desde un nuevo punto de vista, el de la madre que yo antes no era. Lo que viví como hija lo revivo como madre. Y reconozco que muchas veces lo juzgo. Otras veces sin buscarlo me llegan flashes de recuerdos que había olvidado.
Estas vacaciones hemos hecho un viaje largo en coche: Pablo detrás en su sillita, y yo, en los ratos de copiloto (¿copilota?) girándome cada cero coma para hablarle, cantarle, verle... y en una de estas, al girarme fue a mi misma a quien vi , cuando la pequeña era yo, como cuando hueles un olor y de inmediato se presenta el recuerdo asociado (es que hay neuronas largas de narices) Mi hermano y yo pequeños en el asiento de atras, haciendo un viaje largo en coche, saliendo muy temprano porque, oh increible, los coches no tenian aire acondicionado... yo pequeña, sin sillita (otro oh increible) amodorrada, cuando la que se giraba era mi madre y... en ese momento yo me sentía como ahora quiero que se normalmente se sienta mi hijo: cuidada, protegida, valorada, querida, tenida en cuenta, no había otras cosas que hacer, nada mas importante que atender que a mi.
Y después de ver eso, llegó un crujido grande... no era la emoción del viaje lo que yo había guardado tantos años como un bonito sentimiento al que no sabía como llamar; era la exclusividad, ese sentirme cuidada, de primera, valiosa... y otro crujido aun mayor... en esos momentos no era de segunda, no era la llorona, no era la antipatica, no era la niña demasiado esto o demasiado poco lo otro, no importaba que mi pelo fuera castaño y tieso cuando mi hermano tenia unos rizos rubios tan bonitos... ya no era el suspiro de resignación... aqui está el nombre del sentimiento que recordaba, o los nombres: aceptación, protección, amor incondicional... y si algo me cruje y mucho por dentro es pensar, y sentir, que si recuerdo esos momentos como el que guarda un tesoro en una cajita, será porque no serían lo habitual, porque despuntaban como flores en el desierto... de momento no soy capaz de llegar a mas, me cruje tanto que hasta me pongo físicamente enferma, con los típicos síntomas tontorrones de cuando una está malita del corazón. Así que, así ando ahora, convaleciente

3 comentarios:

  1. No le tengas nada en cuenta a tus padres.... todos hacemos lo que podemos, y es más, dicen que volvemos a repetir errores de nuestros padres... El otro día leí que los hermanos mayores son los más responsables, el mediano el de menor autoestima y el pequeño el más pasota. Yo soy la mediana y bueno (puedes creer o no, pero se ajusta esa descripción a la realidad), más que mirar al pasado procuro mirar al presente y en el presente me veo muy feliz con mi hijo, a mis padres les veo con mucha sabiduría a sus espaldas y como siento que me quieren muchísimo, no quiero ir más allá. Desde luego no volvería a ser pequeña, no todo es de color de rosa, no todos los niños son buenos, todos conocemos ejemplos a edades muy tempranas, hay niños un poco crueles con los demás... También hay que tener en cuenta que las mismas cosas se ven diferentes dependiendo de la óptica con la que lo mires, cambia la óptica... Seguro que tus padres a estas alturas también la han cambiado y sino es un aprendizaje que les falta hacer... Yo solo tengo un hijo, a veces pienso que no se si podría querer tanto a un segundo hijo y la pregunta me da tristeza, es más, parece que los segundos venimos para hacer de hermanos de los primeros y por eso mismo veo positivo que los hijos se lleven al menos 3 años, no se, es dificil, sin embargo se que mis padres nos quieren a todos por igual, tan solo que los segundos no podemos tener la misma atención que los primeros, ya compartimos, y eso tiene sus ventajas y sus inconvenientes... por eso todos somos diferentes, únicos e irrepetibles.... cuidate de tus heridas, pero no las abras así, es una pena...

    ResponderEliminar
  2. Mi infancia no fue facil y duro muy poco. Durante un tiempo miraba atras con amargura, y si tengo que ser sincera incluso con un poco de rencor. Pero ahora, cuando mi madre comenta la infancia tan feliz que tienen mis hijos y lo que le hubiese gustado podermela ofrecer a mi, entiendo que al final todas hacemos lo que podemos, aunque a veces no sea suficiente.
    Quedate con los recuerdos dulces y sigue llenando la vida de Pablo de maravillosos momentos. Y piensa que si no hicieron mas fue porque no supieron o no pudieron... Y algo harian bien porque eres una amiga genial y una madraza con mayusculas...

    ResponderEliminar